sábado, 16 de abril de 2016

COHOUSING SENIOR: VIVIENDAS COLABORATIVAS PARA MAYORES


Cohousing es el nombre con el que internacionalmente se denomina a las experiencias de vida compartida o comunidades autogestionadas de vecinos. Se trata de una alternativa a la vivienda convencional, que hace hincapié en la colaboración y la convivencia, y que está cada vez más extendida en los países de nuestro entorno y con un naciente, pero importante proceso de expansión en España. (Mayores UDP, 2015). 

 

El cohousing, o modelo de vivienda colaborativa, rompe con la manera convencional de establecerse en una casa. Varias personas, familias o individuos de todo tipo, comparten un inmueble y cooperan en sus necesidades. (Fernández, 2014).

Este tipo de viviendas responden sobre todo a las necesidades asistenciales, familiares o profesionales de colectivos muy concretos. Así ocurre con las personas mayores, personas con alguna dependencia, familias con menores, comunidades de profesionales, etc. que buscan vivir en un ambiente encaminado a su desarrollo vital, social o cultural.

En España y principalmente entre las personas mayores, las iniciativas de cohousing están teniendo adquiriendo una gran relevancia. Trabensol (Madrid), Profuturo (Valladolid), Los Milagros (Málaga), Servimayor (Cáceres), o Convivir (Cuenca) son algunas de las iniciativas que han florecido en nuestro país de este modelo de covivienda orientado a las personas mayores.

En lo que respecta a la participación en la gestión del espacio y las actividades, hay que subrayar que constituye un elemento básico dentro de estas comunidades autogestionadas. Todas las personas colaboran en función de sus posibilidades y necesidades en la búsqueda, diseño, gestión y planificación de las viviendas, espacios comunes y servicios que quieren compartir. Además, se llevan a cabo proyectos destinados a favorecer su inserción y la dinamización social del pueblo o barrio donde se encuentren.

Un aspecto importante, es que este tema es de sumo interés para todas las personas, puesto que todas van a llegar a esa edad y el modelo que predomina, la residencia, produce rechazo en muchas ocasiones. Por su parte, el cohousing combina la independencia de una casa y algunos de los servicios que ofrece una residencia, pero sin olvidar que todo gira en torno al poder de decisión de las propias personas. (Martínez, 2015).

Por tanto, son las decisiones del propio grupo que lidera la comunidad, de donde se parte no sólo para diseñar la arquitectura del complejo sino para desarrollar los sistemas y procesos que se implementarán y organizarán en la convivencia.

De hecho, cientos de experiencias puestas en marcha en las últimas décadas han demostrado que un adecuado diseño y un método participativo de creación de comunidad posibilitan la necesaria privacidad unida al soporte social y emocional de una comunidad próxima y bien avenida, facilitando así un alto grado de autonomía personal para la etapa de mayor. (Verkami, 2015). 


En este sentido, se hace imprescindible diferenciar entre la independencia y la autonomía, puesto que son cuestiones muy distintas. Ésta última es un derecho y se ha de garantizar en todo caso. El modelo de cohousing brinda oportunidades que respetan y velan por un envejecimiento exitoso, donde la persona sea dueña de su vida y los servicios de atención, en caso de ser necesarios, se diseñen sobre estos fundamentos. (Jubilares, 2015).

Para concluir, hay que mencionar que a diferencia de los países en los que estas experiencias tienen una larga historia como Dinamarca, Alemania, Suiza, Holanda o Reino Unido, en nuestro país no existe ningún tipo de apoyo institucional o financiero hacia las mismas. Lo que en otros lugares constituye un importante modo de reforzar la vida activa de las personas mayores, su inserción social, sus cuidados, una eficaz mejora de su calidad de vida y una importante reducción de los costes asistenciales, en España ha pasado hasta ahora desapercibido para las instituciones locales.

Por ello, es necesario promover este tipo de alternativas para que cojan fuerza y puedan incluirse como una opción accesible, beneficiosa y enriquecedora para las personas mayores. 




Este vídeo muestra un ejemplo de los nuevos modelos residenciales para mayores en España. El Centro está ya en funcionamiento y ha sido promovido y es gestionado por la Cooperativa Trabensol. El proyecto y dirección de la obra es de Equipo Bloque Arquitectos, integrantes de la iniciativa eCOHOUSING.



Bibliografía: 

Fernández, A. (2014). Viviendas colaborativas. [en línea] Recuperado de http://www.consumer.es/web/es/medio_ambiente/urbano/2014/01/23/219133.php#sthash.CoI6Hrpd.dpuf [Consultado 11 abril 2016]

Mayores UDP. (2015). Cohousing senior, una alternativa. [en línea] Recuperado de http://www.mayoresudp.org/jornada-vida-activa-vida-en-comun-cohousing-senior-una-alternativa/ [Consultado 13 abril 2016]

Martínez, I. (2015). El 'cohousing': otro modelo de vida para la vejez activa. [en línea] Recuperado de http://www.lavanguardia.com/vida/20150225/54427588357/cohousing-modelo-vida-vejez-activa.html [Consultado 13 abril 2016]

Verkami. (2015). Manual de Senior Cohousing de Charles Durrett. [en línea]. Recuperado de http://www.verkami.com/projects/12043-manual-de-senior-cohousing-de-charles-durrett-en-espanol# [Consultado 14 abril 2016]

Jubilares (2015). Jubilar en Andalucía con la Fundación Innoves. [en línea] Recuperado de https://blog.jubilares.es/tag/senior-cohousing/ [Consultado 15 abril 2016]


Eyanira Blanco Prados

Facultad de Trabajo Social

Universidad Complutense de Madrid




martes, 12 de abril de 2016

MAYORES Y SEXUALIDAD


Sexualidad y vejez son dos términos que nuestra sociedad ha tendido a contraponer. Con frecuencia se ha relacionado la vejez con la disminución de la sexualidad e incluso con su desaparición. Son numerosos los prejuicios derivados de aspectos religiosos, culturales, sociales, etc. que han contribuido a otorgar una escasa relevancia a la sexualidad en esta etapa de la vida, y a olvidar la influencia de ésta sobre la calidad de vida de las personas mayores.

Las personas desarrollan su sexualidad durante la adolescencia y esta nos acompaña durante la vida adulta, incluida la vejez. No existe ningún fundamento científico que demuestre una disminución del deseo o de la actividad sexual durante esta etapa. Es cierto que el aparato genital humano sufre una serie de cambios que pueden condicionar la vivencia de la sexualidad, pero es necesario subrayar que la sexualidad no es una función puramente biológica, sino que existen condicionantes sociales y psicológicos que pueden influir más decisivamente en la sexualidad de las personas mayores. (López, Aldave y Varela, 2014).

De hecho, los que han llevado a ignorar esta esfera de la vida de las personas mayores. Así, la vida sexual de estas personas es un ámbito muy poco conocido por el conjunto de la sociedad, y especialmente, por ellas mismas. 

Estos condicionantes en torno a la sexualidad de los mayores, se basan principalmente en creencias culturales y religiosas. Además, muchas de estas creencias se fundamentan en la idea de que la sexualidad y la reproducción van unidos y que, a medida que las personas pierden la capacidad reproductora, desaparece también la necesidad de vivir la sexualidad. Algunas de los mitos más destacados son:

 Mitos de tipo cultural
  • El interés por el sexo es un hecho anormal en las personas mayores
  • El sexo se acaba con la edad
  • Los mayores son seres asexuales
  • Las personas mayores no tienen suficiente capacidad fisiológica que les permita tener conductas sexuales
  • La sexualidad se debilita en la menopausia y desaparece en la vejez 

Mitos de tipo religioso
  • El sexo en las personas mayores es pernicioso y vicioso
  • El sexo en las personas mayores es vergonzante 
  • La actividad sexual puede ser peligrosa en esta etapa 

Este tipo de creencias, en muchos casos, fuertemente arraigadas tienen una gran repercusión negativa en la sexualidad de los adultos mayores, por lo que es imprescindible acabar con estos los mitos y tener claro que todas las personas tienen derecho a desarrollar esta faceta en cualquier momento de su vida.

En este sentido, las teorías actuales sobre sexualidad y tercera edad defienden que la sexualidad y la afectividad son inherentes al ser humano y, por tanto, solo finalizan con la muerte. Por ello, los individuos modifican a lo largo de su existencia la forma en que viven la actividad sexual, adaptándola a sus condiciones físicas, pero en ningún caso desaparece. 
 

Desde esta perspectiva, es necesario favorecer el reconocimiento del derecho a la vivencia de una sexualidad plena por parte de las personas mayores, que vaya acompañado de la posibilidad de ejercerlo. Pero, ¿contextos como las residencias de mayores están preparados para afrontar la sexualidad de sus mayores? ¿Y los profesionales de este ámbito? (López, Aldave y Varela, 2014).

Como se puede observar, son muchas los causas que intervienen en la vida sexual de las personas mayores: mitos, creencias, actitudes inadecuadas por parte de los familiares o de los propios profesionales, etc. Asimismo, otro tipo de factores que también pueden influir en el cese de las relaciones sexuales en esta etapa son: 

  • Pluripatología y grado de discapacidad. Uno de los hechos que influye más decisivamente en el cese de la actividad sexual es la incapacidad física asociada a enfermedades. A ello se añade también los efectos secundarios ocasionados por los fármacos suministrados para el tratamiento de enfermedades, y que pueden provocar una disminución del deseo sexual o una disfunción eréctil en los varones.
  • La viudedad. La defunción de la pareja supone en muchos casos la interrupción de las relaciones sexuales.
  • La falta de intimidad. El hecho de compartir vivienda con familiares o la institucionalización en residencias, provoca una falta de intimidad de las personas mayores. Disponer de espacios privados facilitaría a los adultos mayores vivir su sexualidad.

Por último, es necesario incluir una serie de recomendaciones, ofrecidas por el Centro Virtual sobre el Envejecimiento (2015), con el fin de que las personas mayores puedan disfrutar de la sexualidad con responsabilidad y cuidado.

1. El ejercicio físico moderado puede ayudarte en tus relaciones sexuales.

2. No caigas en la pasividad o el aislamiento, el deseo sigue existiendo, aunque en la práctica sea diferente.

3. Consulta con tu medico cualquier duda o problema que surja en tus relaciones Puede tener una solución fácil.

4. Aléjate de los estereotipos en relación a la sexualidad y trata el tema de manera normalizada y respetuosa.

5. Valora modificar pautas y hábitos sexuales si existen patologías cardiovasculares, respiratorias o articulares.

6. Mantener activa esta faceta tiene repercusiones positivas en tu cuerpo y mente.

7. Habla con tu círculo familiar más cercano para que no se establezcan barreras y muros innecesarios.

8. No tener pareja no significa renunciar al sexo. Aumenta tus círculos sociales, conoce gente y mantén abierta la posibilidad

9. La sexualidad es algo natural que todos tenemos derecho a experimentar y practicar, independientemente de la edad.



 
Bibliografía:  


Centro Virtual sobre el Envejecimiento. (2015). Infografía: 9 recomendaciones para disfrutar de la sexualidad en la tercera edad. [en línea] Recuperado de http://www.cvirtual.org [Consultado 12 abril 2016]

López, M.; Aldave, S.; Varela, A. C. (2014). Características y necesidades de las personas en situación de dependencia. Madrid: Ediciones Paraninfo, S.A.


Eyanira Blanco Prados

Facultad de Trabajo Social

Universidad Complutense de Madrid